IDEOLOGIA QUE CARACTERIZA UN MEXICANO

 ¿Ha desaparecido el Estado? ¿Cuál es el actual papel del Estado en México? ¿Qué dimensiones presenta ante la intensificación de los procesos de globalización? ¿Cómo comparte sus tradicionales funciones con otros actores socioeconómicos? serán todas ellas preguntas constantes en el presente documento. Dos ideas han sido básicas en el camino de esta investigación: 1)El concepto de desarrollo nacional en muchos casos pierde fuerza y vigencia en el discurso oficial, y en otros se redefine con la intensificación de los procesos de globalización, por lo que 2)las funciones del Estado atraviesan por una redefinición que transforma a sus actores y a sus instrumentos de actuación profundizando los mecanismos de poder que posibilitan las condiciones necesarias para la consolidación de la expansión del capitalismo global y para la inserción definitiva de México a éste; las políticas públicas y sociales son claros ejemplos de estas transformaciones. En las siguientes líneas, analizaremos los antecedentes del proceso de institucionalización y ejercicio de las políticas sociales en México, así como las distintas concepciones de los actores de las instituciones estatales sobre estas en los distintos periodos de la historia de México, al menos desde que se cuenta con estructuras estatales más estables y formales. Revisaremos también, las características de las políticas sociales en relación al cambio en los patrones de acumulación, así como la postura mostrada por el Estado ante ello. 



Señalaremos algunos rubros donde se han plasmado las políticas sociales, tales como la educación, la salud y la vivienda, mostrando sus antecedentes históricos y la evolución del papel e intervención estatal. Por lo que recurriremos al análisis de los diversos quiebres experimentados en las políticas estatales tras las distintas transformaciones sociopolíticas y económicas que los propiciaron, incluyendo los rumbos adoptados en esos momentos por las políticas sociales diseñadas e instrumentadas.

Si bien, en los años posteriores a la restauración de la república, la ideología liberal como bandera política no fue tomada de manera homogénea, en sus primeros momentos tuvo un carácter más militante y dogmático, mientras que en el gobierno presidido por Porfirio Díaz adquirió un carácter más pragmático. Cada vez más, la asistencia social pasaba a manos de instancias estatales pese a las carencias presupuestales, a los constantes conflictos enfrentados y a la acentuada concepción abstencionista de los encargados de las instituciones estatales con la que se predicaba que estas no serían participes en la resolución de las condiciones precarias de la población, pues “su actuación debía limitarse a crear condiciones adecuadas para el desarrollo de las acciones privadas, las cuales debían aportar soluciones a los problemas sociales (Cosío Villegas, 1973: XXV). Como decíamos, pese a ello se avanzó en rubros como la educación y la salud tanto en cobertura, cantidad de habitantes atendidos y presupuesto destinado a ello. Estos avances se vieron desvanecidos con la caída de la dictadura porfiriana, pues las luchas armadas y la imposibilidad de constituir un gobierno ante la pugna entre caciques locales y regionales, condujo a la imposibilidad de instrumentar una política social. Es hasta la promulgación de la Constitución Política de 1917 donde se da un giro a la concepción de las políticas sociales al pasar a una especie de “liberalismo social”, con lo cual las instituciones del Estado fueron más activas respecto a prácticas enfocadas al bienestar de la población. 


Los cambios son drásticos: mientras en los años de la década de 1860 el 88% de la población en edad escolar no tenía acceso a la educación, para 1940 la población alfabetizada alcanzaba un 45.7%; en el rubro de salud, para 1910 se destinaba el 0.04% del presupuesto y en 1940 la cifra ascendía a un 1.99%, así, “las explicaciones acerca de la disminución de la mortalidad se explican por la extensión de la medicina preventiva y los antibióticos, pero también debido a mejoras importantes en el campo de la salubridad, el saneamiento y la asistencia social, tales como la vacunación extensiva contra diversos padecimientos; en el rubro de la vivienda, para 1921 se invirtieron 10 millones de pesos para construir casas que serían habitadas por obreros e integrantes de la clase media, más adelante se exentó del pago de contribuciones e impuestos a construcciones habitacionales de la clase media y baja, así como a construcciones destinadas al alquiler; en total de 1920 a 1940 se construyeron 9,600 viviendas de interés social. 

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