ENFOQUES SOCIOLOGICOS

  Las teorías y sus principales exponentes

La educación puede ser un vehículo para el desarrollo humano y social. Para constreñir, apresar y embrutecer, también.  En general, la educación tiene la función de garantizar que los individuos y sus organizaciones se integren al conjunto social, que asimilen los saberes y la cultura necesaria para desenvolverse en su medio, acorde al orden establecido. Por otro lado, puede proveer de las herramientas intelectuales y prácticas para desarrollar nuevas visiones, crear y promover el cambio. De ahí su posible carácter dual: conservadora y revolucionaria.  

En sí mismo, el proceso educativo no significa nada; existe y se da siempre en relación y en contexto; natural, si se quiere pensar en la sobrevivencia; o social, sobre todo social en las sociedades actuales. En este sentido, la educación no es neutral, no está desprovista de intenciones ni aislada de los sistemas de creencias construidos en interacción social.  

La educación como medio garante del modelo social

En la visión de Marx, dejar la instrucción escolar en manos del Estado y pensar que con ello se educará a una generación para el cambio social, es absurdo. Cuando analiza la educación ofrecida a los obreros en el escenario de la Inglaterra del siglo XIX, escribe, “la educación en general depende del nivel de las condiciones de vida y lo que la burguesía pretende por educación moral burguesa refuerza los principios burgueses” (Marx & Engels, 1976).  Se subraya que, si bien para el modelo burgués la enseñanza se presenta como un medio de ascenso social para todos, independientemente del origen social, en los hechos se reproducen, para el futuro, las condiciones de saber y de ignorancia indispensables para la buena marcha del capital.  

La educación posible 

Marx considera que la educación básica para todos es un acierto y otorga ventaja a un país; en este sentido escribe: “Prusia tuvo, sobre otras grandes potencias, la ventaja de dos buenas instituciones: el servicio militar obligatorio y la educación básica para todos” Marx & Engels, 1976); no obstante, al mismo tiempo, esta idea no puede reducirse a “educación popular general e igual” como lo planteara el Partido Obrero Alemán en el programa de Gotha, en tanto que la educación popular, la instrucción dad a los obreros, era considerada por Marx como restringida e influida por la religión. No se trataba de bajar el nivel de la educación sino de educar diferente. 

La influencia de Marx en enfoques posteriores críticos de la educación

Las aportaciones de Marx tuvieron como consecuencia el desarrollo de una visión crítica acerca de la educación y del sistema escolar. En ellas se cuestionan las posturas funcionalistas en el sentido de que, en éstas, no se pone en tela de duda la función reproductora de un sistema de desiguales relaciones económicas, políticas y culturales; la teoría crítica “desnuda a la escuela de su inocencia”, mientras que las posiciones tradicionales la cubren con un manto de inocencia y falsa neutralidad  (Giroux (2004).  Desde una perspectiva marxista, Ponce (2005), por ejemplo, desde el pensamiento latinoamericano, entiende que la confianza en la educación como una palanca de la historia demuestra un desconocimiento absoluto de la realidad social.

EL FUNCIONALISMO 

La etiqueta funcionalista se utiliza en muchas disciplinas: por ejemplo, en lingüística, psicología y arquitectura. En la sociología el “funcionalismo” abarca una gran variedad de autores y escuelas, que no obstante suelen compartir ciertos presupuestos esenciales. En primer lugar explican la persistencia de las prácticas sociales haciendo referencia a efectos (con frecuencia no deseados) que son beneficiosos para el equilibrio o la integración del sistema social en el que se encuadran dichas prácticas. En segundo lugar, el funcionalismo reconstruye el concepto de racionalidad: presupone que en ciertas prácticas aparentemente irracionales pueden ser inteligibles cuando se captan sus funciones sociales. 
En tercer lugar, el funcionalismo utiliza el concepto de requisitos funcionales. El argumento suele ser que tales requisitos han de cumplirse para que sobreviva una sociedad determinada o, de forma alternativa, que ésta funcione de manera que esas necesidades tiendan a satisfacerse. 

El primer funcionalismo

 El funcionalismo como escuela independiente no aparece sino hasta el siglo XX, pero el entrecruzamiento funcionalista, en sí, es mucho más antiguo. Muchos de 1 los llamados “padres de la sociología” intentaron explicar los fenómenos sociales mediante analogías con el ámbito biológico. Spencer y Durkheim funcionalistas adelantados a un tiempo consideraban que la sociedad era un todo orgánico en el que los diferentes subsistemas o prácticas tienen la función de manejar la entidad mayor en la que están inmersos. Este concepto de sociedad como entidad orgánica se convirtió en un rasgo crucial del argumento funcionalista en el siglo XX.
El funcionalismo como escuela, sus pioneros fueron Bronislaw Malinowski y Alfred Reginald Radcliffe-Brown. Ambos utilizaron la etiqueta de “funcionalismo” para clasificar el marco teórico de referencia que utilizaban, aunque, a veces, Radcliffe-Brown utilizó la expresión “funcionalismo estructural” para distinguir sus argumentos de los de Malinowski. Se revelaron contar los antropólogos del siglo XIX. Había dos problemas: que a veces se basaban en cierto difusionismo que carecían de experiencia empírica directa, según el difusionismo los elementos o prácticas sociales se extendían de una sociedad a otra mediante la emigración y el comercio, de forma que los mecanismos o prácticas culturales similares se explicaban a partir de un origen común. 

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